Escrito está; Porque todo lo
que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al
mundo, nuestra fe. (1 Juan 5:4)
A veces escuchamos quejas de personas que
dicen no conseguir vencer algunas situaciones en su vida y existe una
explicación, lo que acontece es que esta persona no nació de DIOS, porque es
natural los frutos de alguien nascido de DIOS, un árbol no da frutos de forma
obligada no hay como obligar un árbol a dar fruto, esto acontece naturalmente,
de la misma forma el nascido de DIOS, da sus frutos naturalmente a su tiempo.
Pero como ayudar a alguien que no acepta reconocer que no nació de DIOS
Las
personas más difíciles de ser alcanzadas por el poder transformador de Dios no
son las malas. Ellas ya saben que son malas, por eso no tienen defensa. Admiten
rápidamente sus equivocaciones, su maldad. Las más difíciles son las que se creen
justas ante sus propios ojos. Mientras que usted se juzgue por sus
propios conceptos de correcto o equivocado, siempre será absuelto. En cambio,
por los altos padrones de Dios, será más difícil que usted escape. Quien es
justo ante sus propios ojos no necesita a Dios. Ya es su propio dios.
Porque el desvío de los ignorantes los
matará,
Y la “prosperidad” de los necios los echará a perder; (Proverbios 1:32)
Y la “prosperidad” de los necios los echará a perder; (Proverbios 1:32)
Por
esta razón es tan importante el nuevo nacimiento nacer de nuevo cambia la vida
del ser nacido de DIOS. Eso no exime a las personas de pasar por problemas,
pero, aún en medio de los reveces de la vida, ella tiene paz porque el espíritu
de paz esta sobre ella. Lo mismo no sucede con quien tiene la vida dominada por
otros espíritus. Basta ver cómo está su vida. La presencia del Espíritu Santo
en la vida de las personas es visible en su semblante. Hay un brillo diferente
en su mirada. Y esta es la prueba de que el Señor Jesús resucitó, porque Él
vive en las personas que son poseídas por Su Espíritu. Las personas poseídas
por otros espíritus cargan los problemas sobre sus cabezas, son oprimidas,
viven a base de tranquilizantes, antidepresivos, drogas, y no hay paz dentro de
sus casas. Quien tiene el Espíritu Santo de Dios también tiene problemas. La
diferencia es que estos problemas no están sobre nuestra cabeza, pero sí debajo
de nuestros pies, bajo control.
Dios
no habita en templos construidos por las manos de los hombres. Él habita en los
templos que Él mismo construyó, en la persona del Espíritu Santo, y que somos
nosotros mismos.
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